Pese a ser un mercado pequeño, la economía de Andorra ha tenido una influencia importante en la actividad empresarial española. Desde mediados del siglo XX, el modelo del país se había articulado en torno al turismo, el comercio y el sector financiero. El secreto bancario atrajo los depósitos de las grandes fortunas españolas y francesas y facilitó que no se implementara ni el IVA ni el Impuesto de Sociedades. De esta forma, los productos que se vendían allí eran más baratos, por lo que eran frecuentes las excursiones de compra e incluso el contrabando.
Pero en los últimos años la crisis económica y la presión internacional han provocado importantes cambios en este modelo. El Gobierno ha firmado acuerdos de colaboración para dar información fiscal de clientes inmersos en procedimientos penales -como los Pujol-, ha facilitado que las empresas extranjeras se establezcan en el país y ha creado un sistema tributario similar al de la UE. Esto ha permitido que España y la OCDE le hayan sacado de la lista de paraísos fiscales.
Actualmente, Andorra sigue siendo un mercado muy atractivo para la exportación, gracias a que la unión aduanera con la UE permite que los productos industriales y los agrícolas transformados no tengan que pagar aranceles. Aunque hace dos años se implementó el Impuesto General Indirecto -equivalente al IVA-, tiene un importe muy inferior al español, pues es sólo del 4,5%.
Las novedades más importantes se concentran en las facilidades concedidas para la implementación de empresas. El Principado ha eliminado los requisitos de participación nacional y ahora sólo es necesario tener una sede física y, al menos, un trabajador. El Impuesto de Sociedades es reducido, del 10%. Además, se puede rebajar hasta el 2% para los negocios que se dediquen al comercio internacional o a la inversión financiera, lo que hace que sea una buena ubicación para filiales de exportación. Por último, el país ha firmado recientemente convenios con España y Francia para evitar la doble imposición.