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20/01/2016 | Soria | ABACO SORIAL S.L.

Japón: la generación de la deflación

Economía y empresa

Los jóvenes que cumplen 20 años en 2016 han vivido toda su vida en un entorno económico de caída de los precios al consumo.

Con el magnífico santuario Meiji Jingu detrás, el sol reflejado en los brocados de los kimonos y su ceremonia de mayoría de edad a punto de comenzar en el distrito de Shibuya en Tokio, siete amigos japoneses mantienen una reunión urgente, teléfono móvil en mano.

Uno de ellos grita victorioso: si llegan al restaurante antes de las 3 de la tarde con los cupones, ahorrarán en conjunto 1.220 yenes (unos 8,7 euros) en la factura de la fiesta posterior a la ceremonia.

Una persona del grupo explica que ya se pueden relajar porque se han ahorrado dinero. Esta generación de veinteañeros que celebra su mayoría de edad es la primera que ha vivido toda su vida con una economía en deflación. Son menos ambiciosos. Confían con cautela. Ven el futuro como una cadena de emergencias de gasto.

"Nuestros padres tuvieron la burbuja [de los 80], nosotros tenemos deflación. Ellos se volvieron locos. Nosotros somos prácticos", explica Ayako Imaeda, una estudiante de Tokio. "Ambas generaciones han sufrido un profundo cambio en su forma de pensar a consecuencia de la economía".

Sea cual sea la importancia social de la ceremonia, se ha visto minada por dos décadas de subidas salariales mínimas, menor seguridad en el trabajo y un bajo consumo, según explica Hiroshi Ishida, un profesor de la Universidad de Tokio.

Los factores económicos han eliminado los incentivos para que los jóvenes abandonen el hogar, compren coches, se casen, tengan hijos, asuman riesgos y crezcan en general, apunta.

Esto también sucede en cierta medida en otras partes del mundo desarrollado. En Japón, no obstante, el fenómeno es especialmente malo para las reformas a favor del crecimiento, conocidas como "Abenomics", y para el sueño de los líderes japoneses de preparar a la nación para una era de emprendimiento, innovación e inversión en Bolsa.

Fenómeno para toda la vida
La mayoría de edad se celebra el segundo lunes de enero y provoca una reflexión nacional y ansiedad demográfica. El seijin shiki es una celebración para los jóvenes japoneses que, en los 12 últimos meses, han cumplido 20 años -la edad a la que pueden votar, fumar y beber. Debido a la caída de los índices de natalidad, cada año son menos, y tienen que apoyar a una población mayor que nunca de jubilados.

La generación de este año es la primera que ha vivido toda su vida en un entorno económico de caída de los precios al consumo. Sus vidas se han visto tan afectadas por el fenómeno, que varios aseguran que la deflación ha evolucionado en una fuente de aprensión que limita la ambición.

Los datos de noviembre muestran un aumento interanual de los precios del 0,3%, el Banco de Japón sigue centrándose en una inflación del 2%, y el primer ministro Shinzo Abe declara que Japón ya "no está en un periodo deflacionario". Pero los jóvenes no están convencidos.

Los precios empezaron a caer en Japón por la época en la que nacieron los jóvenes que cumplen 20 años en 2016, y los intentos infructuosos para sacar a Japón de la deflación se han grabado en su psique, según los académicos. El fenómeno no sólo ha dañado su fe en la capacidad de la economía para generar riqueza, sino que esta generación es muy consciente de que sus líderes no son omniscientes ni todopoderosos.

"Mis padres creían que el Gobierno mejoraría sus vidas y que se enriquecerían. La lección que hemos aprendido es que tenemos que ahorrar todo lo que podamos y asumir los menos riesgos posibles", explica Yusuke Hamada, otro asistente a la ceremonia.

El crimen más claro de la deflación ha sido el de exprimir los beneficios de las compañías. Aparte de contener los salarios se la culpa, al menos en parte, de la desintegración constante de la cultura del trabajo como medio de la vida.

Las caídas de precios dieron a los funcionarios y a aquellos con trabajos estables en grandes empresas la sensación de un creciente enriquecimiento, pero para todos los demás -el 99% de las compañías japonesas son pequeñas y medianas- ha producido una sensación de inseguridad desmoralizante.

"La deflación ha privado a Japón de su capacidad de pensar. La generación que cumple los 20 no sueña a lo grande, sino que busca pequeños momentos de felicidad en su situación actual. No ahorran para algo grande, sino como seguro", explica Takuro Morinaga, autor de guías para una vida frugal.

Yen a yen
La generación de la deflación se incorporará pronto al mercado laboral de Japón, y su expectativa de subidas salariales es modesta pese a la situación del mercado laboral. De entre las casi dos docenas de estudiantes y trabajadores entrevistados, a ninguno le parecía inusual la idea de los tipos de interés cero; pocos concebían disfrutar de una vida más acomodada que sus padres, apenas ninguno contemplaba la compra de acciones y sólo uno dijo que estudiaría crear su propia empresa.

Hay coincidencias sorprendentes en su actitud. Se les pidió a todos los entrevistados, que en su mayoría trabajaban a jornada completa o media jornada y ganaban unos 1.000 yenes la hora, que escogiesen entre dos rutas de tren con el mismo destino. Un trayecto costaba 200 yenes y el otro 170 pero tardaba 15 minutos más en llegar.

Todos los veinteañeros, a excepción de uno, escogieron la opción más barata.

Machiko Osawa, una experta en economía laboral de la Universidad Femenina de Japón, explica que el impulso de Imaeda y otros jóvenes a optar por los pequeños ahorros es la culminación de años de daños psicológicos. Uno de los efectos a largo plazo de la deflación, señala, ha sido el aumento del empleo no estable y el desplome de las expectativas de conseguir garantías de seguridad de algún tipo. Los ahorros forman parte del mecanismo de defensa.

"La deflación vive en nuestras mentes y se ha convertido en algo normal. Hay muchos efectos: de muchos de ellos no nos damos cuenta y hay otros muchos que no podemos discernir si son buenos o malos", comenta Teru Kohara, una estudiante de Yokohama. "[Pero] estoy segura de que si me dieses 100.000 yenes ahora mismo, ahorraría el 99%".

La Profa. Osawa señala que a consecuencia de ello, los jóvenes no están asumiendo suficientes riesgos. "Nuestra generación aprendió la lección de que si se asume un riesgo, siempre se puede volver a una posición de seguridad", explica. "No es tan fácil para los japoneses de 20 años. No existe un mercado real de contrataciones para gente que ha alcanzado la mitad de su vida profesional, así que sabes que si dejas un trabajo, el segundo no va a ser tan bueno como el primero...En una sociedad, la generación joven debería asumir riesgos y ser innovadora. En Japón sencillamente tienen miedo".

La seguridad es lo primero
Para Eiju Obata y Akira Niki, dos estudiantes de Yokohama y Tokyo que en ninguno de los casos planean dejar la casa de sus padres, la seguridad tiene prioridad sobre la riqueza. La economía de Japón ha hecho que sus ambiciones se limiten a mantener la calidad de vida que poseen.

"Nuestros padres lo tuvieron mucho más fácil", asegura Obata. "Mi madre consiguió un trabajo en Mitsubishi después de graduarse en la escuela de Arte. Eso sería imposible ahora. La gente ganaba más dinero entonces; consumían más, compraban más cosas.

De acuerdo con la Profa. Osawa, la caída constante de los precios implica que han sido pocas las ocasiones durante los años de formación de estudiantes como Imaeda, Obata y Niki en las que no han estado expuestas a noticias económicas negativas.

Varios de los graduados de Shibuya confirman que la euforia en torno al Abenomics ha sido más prolongada que otras fases de recuperación. Pero ninguno fue capaz de mencionar una reforma monetaria, fiscal o estructural específica de los tres últimos años que tuviese un beneficio directo sobre ellos.

Pese a las dudas, Abe y el Banco de Japón parecen haber conseguido una oportunidad para convencer a la generación de la deflación de que emerja de su búnker, y de que confíe en la subida de los precios y en una vuelta a la normalidad que nunca han convencido.

Puede que a los jóvenes de 20 años entrevistados no les guste la idea de crear una empresa, pero Japón está viviendo una oleada de nuevos negocios. Según los datos de Tokyo Shoko Research, entre 2010 y 2014, el número de empresas creadas aumentó de 99.780 a un total de 119.552.

El Prof. Ishida sugiere que algunos jóvenes pueden estar dejando a un lado el miedo a que la economía les desampare. En los últimos ocho años, ha seguido el comportamiento de 4.800 personas de entre 20 y 40 años.

El número de los que decían que "no tenían esperanzas" en la sociedad se ha mantenido por encima del 50% desde 2008. En 2013, el primer año completo con el Abenomics en vigor, esa cifra ha caído al 41%.

No obstante, la ansiedad persiste.